sábado, 31 de enero de 2015

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Camina pensando en compras, diarias o especiales, comida de “andar por casa” y regalos de otra esfera esperando en escaparates. Se debate entre frotarse las orejas mientras camina o soplarse en las manos para que entren en calor o unas u otras. Antes no tenía ese dilema, pero con su recién rapada cabeza el frío se intensifica “¿Por qué no habré esperado a verano?”. Finalmente se decide por las manos, ya que la fricción en las orejas le provocarían un color rojo agresivo, semáforo y siempre le desagradó llamar la atencForo webmastersón.

Así colocó sus manos frente a la boca lo que le hizo recordar tiempos de niñez, cuando un compañero de pupitre le enseñó a besar poniendo las manos en cavidad y depositando suavemente los labios entre los otros labios, falsos porque no dejaban de ser dos dedos pulgares enfrentados, y sustituyendo la humedad de una boca extraña por el conocido olor y calor que desprendían sus manos al formar el cuenco. Empezó a soplar con el ánimo de resucitar las veinte falanges, las diez yemas, los diez nudillos y las dos palmas.

Cuando empezó a notar signos de Enlace por la efusividad con que se dedicaba a la causa, respiró hondo y dejo caer los brazos a lo largo de su cuerpo, lamentándose de que la cálida sensación durase tan poco como iba a durar, en el momento en que reanudo el balanceo de sus manos al caminar….zas!!...

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